martes, 16 de abril de 2013

M 255-257 - Los Tumularios

Los Tumularios eran demonios, espíritus terribles y torturados, cuyos cuerpos habían sido destruidos y que buscaban otros cuerpos en los que habitar. Huyeron desde el reino brujo de Angmar, en una desesperada búsqueda de un lugar donde esconderse de la terrible luz del sol.


Se establecieron al oeste del río Brandivino, en las Quebradas de los Túmulos, el terreno funerario más antiguo de los hombres en la Tierra Media. Allí, las colinas se encontraban  coronadas por monolitos y grandes anillos de piedras de color de hueso, los túmulos funerarios construidos en la Primera Edad del Sol para los reyes de los hombres. Así, el que fuera durante muchas edades un lugar sagrado y reverenciado, se convirtió en un lugar maldito y temido.


Los Tumularios estaban hechos de una sustancia de las tinieblas que aplastaba la voluntad. Podían cambiar de forma y podían animar a cualquier forma de vida. Los  Tumularios se aparecían frecuentemente con el aspecto de un oscuro fantasma, de ojos luminosos y fríos, con una voz horrible, pero hipnótica.

Una vez bajo el efecto del sortilegio de los muertos vivientes, la víctima no tenía voluntad propia y el Tumulario la llevaba a su tumba de tesoros en las Quebradas, donde la depositaba en un altar de piedra y la ataba con cadenas de oro. La envolvía en las raídas ropas y en las preciosas joyas de los muertos de antaño, y acababa con su vida utilizando una espada de sacrificios.


Estos espíritus eran poderosos en la oscuridad y sólo podían ser destruidos cuando se los exponía a la luz. Cuando se abría una cámara de piedra, la luz se derramaba sobre los Tumularios y éstos se desvanecían como la niebla ante el sol y desaparecían para siempre.

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