Los orcos eran criaturas
atrapadas en un odio constante hacia todo lo vivo, incluyéndose a ellos mismos.
De esta forma, la violencia en ellos era natural y en todo momento, produciendo
ocasionales enfrentamientos incluso entre sus propias filas.
Por ello, y a pesar de ser
soldados eficaces y sanguinarios, sin temor en la batalla, debían ser
controlados y dirigidos por aquellos individuos con mayor grado de astucia e
inteligencia.
Aunque tampoco poseían una
tecnología muy avanzada, si practicaban rudimentariamente la mayoría de las
artes y podían desenvolverse bien en tareas de habilidad hasta cierto punto.
Debido a estas características,
era frecuente encontrar tambores orcos en las partidas de guerra grandes y los
ejércitos, siendo encargados de transmitir a las tropas todas las órdenes de
los jefes orcos.
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